Te sorprenderá saber que tu cama alberga millones de bacterias, hongos y ácaros del polvo. Tu cálida cama, llena de sudor, saliva, piel muerta y diminutas partículas de comida, es el entorno perfecto para que estas criaturas vivan cómodas y felices.
Los ácaros del polvo son parientes diminutos de las arañas. Son demasiado pequeños para ser vistos por el ojo humano. Viven en la ropa de cama, alfombras y cortinas. Se alimentan de piel muerta y prosperan en lugares cálidos y húmedos... como tu cama. Las personas desprendemos 500 millones de células cutáneas al día. Estas proporcionan alimento inagotable a los ácaros del polvo. Para una persona alérgica a los ácaros del polvo, esto podría causarle dificultad para respirar o asma.
Los humanos normalmente llevamos bacterias en la piel. Una colcha es un buen lugar para ellas. En 2013, la empresa estadounidense Amerisleep analizó una funda de almohada. La funda, que se había lavado por última vez hacía una semana, contenía más de 4,6 millones de bacterias por cada 10 centímetros cuadrados, más que el asiento de un inodoro.
¿Con qué frecuencia deberías cambiar las colchas y las almohadas?
Según David Denning (experto británico en enfermedades infecciosas), si no tienes asma ni problemas respiratorios, cambia tu almohada cada dos años. Sin embargo, una persona con asma o problemas respiratorios debería comprar una almohada nueva de dos a cuatro veces al año.
Y tus sábanas... los expertos recomiendan lavarlas semanalmente.
Hay algunas cosas que puedes hacer para reducir la cantidad de ácaros del polvo y bacterias en tu cama:
1. No dejes que tu gato o perro duerma en tu cama;
2. Dúchate antes de acostarte;
3. No uses calcetines sucios para dormir;
4. No duermas con maquillaje;
5. No comas en la cama.
¡Duerme bien!
Myrtis Smith
© REDACCIÓN RADIO ÁMBITO-CMG
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